Un auténtico deportivo
La segunda generación de la familia Corvette apareció en 1956: con este vehículo, la Chevrolet pudo, por fin, proclamar que tenía el único coche deportivo americano.
Harley Earl, el diseñador de la General Motors, proyectó una nueva carrocería muy moderada en un período de grandes excesos.
El chasis fue modificado pero sin cambiar la perfecta distribución de pesos del modelo anterior. El motor, un 8 cilindros en V de 4,6 litros, desarrollaba una potencia de 220 CV que podía alcanzar los 238 CV en las versiones a inyección.
La transmisión Borg Warner de cuatro marchas convertía al Corvette en un coche extremadamente dócil y veloz. La Chevrolet ofreció una serie de opciones muy adecuadas para carreras entre las que estaban muelles y amortiguadores rígidos, barra antibalanceo delantera, frenos especiales y volante más recto.
El Corvette no fue ciertamente uno de los modelos más vendidos de la General Motors, pero en 1960 alcanzó un récord con sus 10.000 unidades vendidas.
Los Corvette, en aquellos años, dejaron también un buen recuerdo en las competiciones internacionales como Daytona, las 12 Horas de Sebring y Le Mans de 1960.
Ficha técnica
Motor: 8 cilindros en V de 90″; 98,4 x 76,2 mm; 4.637 cm3; árbol de levas en cabeza; potencia máxima, entre 220 y 230 CV a 4.800 rpm (Opcional, 283-290 CV a inyección).
Transmisión: tracción trasera, cambio manual de 4 velocidades o automático de 3.
Suspensiones: anteriores, independientes, trapecios deformables, muelles helicoidales y amortiguadores hidráulicos; posteriores, eje rígido, ballestas semielípticas y amortiguadores hidráulicos.
Frenos: de tambor.
Dimensiones: batalla, 259 cm; vías, anterior, 145 cm, y posterior, 150 cm.
Velocidad máxima: aproximadamente 212 km/h en el modelo a inyección.

La línea del Corvette de 1956-57 era ya muy refinada y acabada. Para este modelo también estaba disponible el descapotable de capota rígida.